miércoles, 8 de septiembre de 2021

LUGARES PARA ESCRIBIR

 De acuerdo, queremos escribir, lo tenemos claro.

Las ideas nos bullen en la cabeza y tenemos que sacarlas de ahí, plasmarlas en papel. O quizá solo tenemos una idea pero, carajo, que buena es.

Venga. Vamos a lanzarnos por fin. Vamos a escribir. 







Pero ¿dónde?

Quiero decir. Yo ahora estoy delante de la tele, con mi portátil sobre las piernas. ¿Es un buen sitio para escribir?

A priori, daré un rotundo NO.

De hecho, las distracciones están haciendo que tarde en escribir esta entrada mas tiempo del deseado.

De eso se trata, de que no haya distracciones.

Así que lo mas obvio e ideal sería destinar un lugar a nuestra escritura ¿Un despacho propio? El paraíso, oiga.




Pero eso no suele ser viable para la mayoría de nosotros, ¿verdad?

Aquí entramos en lo que podría ser un problema y lo es en la mayoría de los casos.

Buscamos nuestro sitio ideal para escribir. Ese que nos da privacidad y nos aísla de agentes externos. Ese que tiene espacio suficiente para todos nuestros bártulos. Libretas, libros, subrayadores, ordenador...Ese que nos inspira y nos conforta. ¿A lo mejor con una ventana frente a nosotros donde se vea el bosque y podamos imaginar a los pajarillos cantar?

Buscar el sitio idóneo está bien, pero no conformarnos con menos que lo idílico es solo una traba de nuestra mente. Una excusa que nos ponemos para procrastinar; para no ponernos nunca a escribir. De modo que, dejémonos de gilipolleces

Aunque el lugar perfecto existe, no siempre podemos acceder a él, de momento. Busquemos, pues, alternativas.

Grandes escritores han escrito grandes obras en un bar. En una cafetería, en un lugar rodeado de gente y bullicio. Parece increíble, ¿verdad? Vale, es difícil. Pero no imposible. Lo mas probable es que solo puedan escribir en lugares así escritores experimentados. O muy concentrados. Los que son capaces de aislarse, no físicamente, pero si mentalmente. Podemos darle una oportunidad al lugar. Si en casa encontramos menos paz que fuera. (están los niños, la tele siempre puesta, etc) es cuestión de intentarlo.

Pero no es para todo el mundo.

Si no es para nosotros, busquemos nuestro propio espacio, dentro de nuestra casa. Un espacio que sepamos que está destinado a la escritura. Y lo mas importante: Que lo sepan los demás, las personas con quienes convivimos. Tenemos que entender, primero nosotros y luego los demás, que escribir es importante para nosotros, que no es opcional ese espacio ni ese momento. El rato que estemos escribiendo debe considerarse TRABAJO. Da igual si es remunerado o no. Estamos trabajando y a alguien que se trabaja, no se le interrumpe. ¿Estamos? Estamos.

Es prioritario que lo entienda,, pero también que lo entendamos nosotros.

De nada sirve contar con un espacio agradable y amplio si nos pasamos el día levantándonos a hacer la comida, a ver si el niño ha cambiado de canal, a acariciar al perro o a cualquier otra cosa.

Stephen King dice algo como que tenemos que tener un lugar para escribir que podamos cerrar Y QUE ESTEMOS DISPUESTOS A ECHAR LA LLAVE.

No hacerlo es otra manera de ponernos excusas mentales. Truquitos auto-saboteadores. Ya hablaré de ellos en otra entrada.

La puerta y la llave, mejor físicos, pero si no se puede, deben ser mentales, metafóricos.



No recuerdo donde leí el caso de un chico que quería escribir, pero su casa siempre estaba llena de gente. No disponía de espacio propio. Tampoco podía ir a una cafetería por cualquier razón. Bien, pues durante X tiempo al día, le explicaba a su familia que el cuarto de baño ERA SUYO, que hicieran el favor de ir a mear antes de que se encerrase en él. Cogía, se introducía en la bañera vacía y allí, sin mas, escribía. No es lo ideal, pero quizá, en estos momentos de nuestra vida, ningún lugar lo sea. Y este chico, no se puso excusas, buscó soluciones.

Puede ser un hueco bajo la escalera, con una tabla a modo de mesa y una silla. Puede ser el bar antes mencionado. La sombra de nuestro árbol preferido. Esa tetería tan cuqui y tranquila. El cuarto de la plancha, que tiene un sillón muy cómodo al que podemos despejar de sábanas dobladas. O nuestra propia habitación, en un momento en el que el resto de la familia está merendando entretenida con "La que se avecina" 

El caso es ponerse a ello, de verdad, con motivación y cero excusas.

Os contaré mi caso, aunque no es un ejemplo de lo ideal, pero sí lo es para mi. Porque de eso se trata, de buscar lo que mas le conviene a cada uno en cada momento de su vida.







Así estoy ahora mismo y este suele ser el modo en el que escribo. Mi sofá tiene un reposabrazos ancho en donde coloco todo lo que necesito. Hoy tengo pocas cosas, porque no me va a dar tiempo a escribir; de todos modos, la libreta negra llena de pegatinas alberga decenas y decenas de folios que van a ser mi primera novela. Por si me da la inspiración instantánea. A la derecha está la mesa sobre la que siempre tengo un café, agua o similar. Y si, a un lado tengo el móvil, enfrente la tele, alrededor a mis perros y cerca, a mis hijos.

Parece que no hago ni puñetero caso a todo lo que os he explicado antes. Pero es que yo sí soy una de esas personas que saben cerrar orejas y ojos a estímulos externos. Ahora mismito, mis dos hijos pequeños están discutiendo; pero no sé de qué, porque no presto atención (no corren peligro, tienen 14 y 18 años) El volumen de la tele lo tengo al cero y el del teléfono, lo mismo.

Dicho de otro modo, mi despacho o escritorio es movible. Lo voy llevando del salón, al dormitorio o incluso al trabajo cuando lo necesito.

Es otra manera de hacerlo, no muy popular, porque lo guay es tenerlo todo siempre en el mismo sitio, pero en mi caso no me queda otra. Circunstancias mandan.

Aunque solo he publicado un libro, llevo escribiendo como ocho años y he averiguado cuales son mis mejores opciones según el momento de mi vida. Y ahora mismo, es ésta. Podría ser mejor, pero también peor.

Resumiendo: hay que ponerse a escribir si ese es tu deseo y hay que hacerlo YA. Y no hay que permitir que no encontrar el espacio ideal, sea una excusa para no hacerlo. HAY QUE BUSCARLO Y ENCONTRARLO. Probar diferentes métodos, hallarlos y ponerse a ello. Mas adelante, nuestras circunstancias pueden cambiar y nuestro lugar de escritura, también. Pero por el momento, nos adaptaremos. Y escribiremos. Porque eso es lo que queremos ¿O no?


Besos de papel.

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