Aunque reconozco no haber leído todavía, (¡todavía!), ninguna de sus novelas, sí que he querido acercarme, así, de estranjis, a este autor del que ya leí "Mamá, quiero ser escritor". Es decir, he leído las dos obras que más me acercan a él como persona, pero ninguna de las que me hablan de su talento narrativo como escritor de novelas.
Tengo excusa, de verdad.
Como casi siempre, quiero empezar por el principio, por su primera novela e ir avanzando. Lo hago a menudo, pero esta vez, con más razón. Parece que el universo de "No matarás", etc, está ligado al resto de las novelas y quiero entenderlo bien.
Por eso mismo no soy capaz de ver "La guerra de las galaxias", Porque aún no he decidido de si es mejor verlas en orden cronológico o por orden de aparición. Y en esas estoy.
Bueno, que me pierdo.
¡Que nadie toque nada! es una excepción, porque trata de desvelar dudas, de desmontar bulos sobre temas forenses y criminológicos y, ahora mismo me interesa mogollón, porque estoy estudiando algunos módulos de criminología por mi cuenta y riesgo porque, a la larga, es sobre lo que quiero escribir.
Empezar desmontando mitos sobre lo que vemos en series como C.S.I., que son la hostia de entretenidas, pero no demasiado veraces en ciertos puntos, me pareció algo lógico.
Antes de aprender, conviene desaprender lo aprendido.
Así que me hice con este interesantísimo libro del que, sí, he aprendido mucho.
El libro se compone de dos partes, como ya hizo en "Mamá, quiero ser escritor", solo que esta vez no son salteadas por capítulos. Es decir, se divide en dos únicos bloques, desmontando uno a uno los bulos que se encuentra cada vez que ve una serie (sí, cita a C.S.I. varias veces) o película donde sale alguna investigación policial o forense y termina con un apartado dedicado a los asesinos en serie españoles más conocidos.
Del primer bloque, habla por ejemplo, de lo rídiculo que es que nos creamos que los de la científica llegan a una escena del crimen en tacones, súper bien vestidos y peinados todos, cuando la realidad es que tienen que ir con un mono integral, tapando cabeza, zapatos...
Recuerdo, así, a bote pronto, que también habla de que es común ver a los policías llegar a una escena del crimen en penumbra iluminándose con una linterna y poco más, con lo fácil que es encender las dichosas luces. Es algo que solo tiene sentido cuando se rocía la escena o ciertas partes de la escena con Luminol u otros reactivos para encontrar sangre y más fluidos biológicos.
Después, en la parte de los asesinos en serie españoles, recuerdo al mataviejas, al asesino de la katana o a la vampira de Barcelona (sí, existió, y no era vampira, era mucho peor), pero hay más.
En esta parte, hecho de menos a unos cuantos; pero claro, ese hubiera sido un libro diferente, mucho más extenso (quizá podría escribirlo yo, mmmm. Interesante).
Lo cierto es que me ha resultado tan didáctico que voy a leerlo de nuevo; esta vez, tomando apuntes. Aunque he de documentarme más a fondo, como punto de partida para no meter la pata con vistas a un posible libro de trama policíaca, no está nada mal.
Besos de papel.